Lo habíamos probado alguna vez en formato delivery, pero un sábado a la hora de comer pasamos por delante y probamos suerte, a ver si había mesa disponible, ya que las otras veces que habíamos ido estaba lleno.
Conseguimos casi la última mesa y probamos algunos platos, como un katsu-curry que igualaba a los que había comido en Japón, así como unas de las mejores gyozas que he comido ultimamente.
Se trata de una taberna japonesa en la que ofrecen platos algo más tradicionales, y en la que no disponen de ningún tipo de sushi en la carta. Muy recomendable y con un precio más que adecuado.