
Probablemente sea el último concierto de Roger Waters en Barcelona (aunque las giras de despedida casi nunca lo son), y lo hizo en un original escenario en forma de cruz, ofreciendo más primera fila, pero no se si más visibilidad.
El espectáculo audiovisual es grandioso, como en todos sus anteriores conciertos, y el musical fue un poco más irregular. A su edad ya no está en plena forma, sus últimas canciones suenan todas demasiado parecidas y el concierto se alargó un poco de más con varios largos monólogos.
En cualquier caso, se lo perdonamos todo, excepto sus críticas al capitalismo salvaje mientras las entradas cuestan más de 100€ (lo de los precios de conciertos se está yendo demasiado de las manos, pero oye, mientras lo sigamos pagando…).