Categoría: Restaurantes

Worldeli (Mataró)

Bufet libre de comida japonesa, con todo lo bueno y lo malo de este tipo de sitios. Como muchos otros bufets en la actualidad, no te levantas tu a buscar la comida, sino que apuntas en una hoja lo que quieres y te lo traen a la mesa, controlando así que no se desperdicie comida en exceso.

En el lado de lo bueno, hay mucha variedad para escoger, por lo que es difícil no encontrar algo que te guste, incluso cosas que no se suelen encontrar en otros sitios: takoyakis, sopa agripicante,… En el lado de lo malo, bastante descontrol con los platos, la comida llega generalmente toda de golpe y la calidad varía bastante dependiendo de lo que pidas. Especialmente flojo el sushi, con el arroz muy apelmazado y pescado totalmente insípido.

El precio del menú por la noche es de 18,90€ con bebidas no incluidas, las cuales no son precisamente baratas. Hay mejores alternativas en Mataró de comida japonesa, a pesar de lo cual el local estaba lleno y con cola en la puerta cuando nos fuimos, disponiendo incluso de una máquina para pedir turno en la entrada.

La Mafia se sienta a la mesa (Mataró)

Era de esperar que no me convenciera el sitio, pero aún y así fuimos a probarlo y darle una oportunidad, ya que han abierto no hace demasiado. Juraría que ya habíamos ido a otro restaurante de esta cadena en Zaragoza y que tampoco teníamos un gran recuerdo de él.

Compartimos de primero una burrata con caponata, algo sosa y con la burrata demasiado fría. De segundo, unos spaghetti carbonara, que siempre indican cómo se cuida la cocina en un sitio «italiano». Los «carbonara» más raros que me han servido nunca, porque el huevo y el queso vienen por separado para que se lo mezcle uno en la mesa, cosa que no tiene mucho sentido porque la gracia de la pasta carbonara es preparar la salsa primero y mezclarla entonces con la pasta recién hecha y servir rápidamente. Además, tuve que pedir que me trajeran pimienta, ingrediente esencial, porque si llevaba era en cantidad ínfima.

Acabamos pagando 60€ entre dos, compartiendo el primero y el postre, lo que nos pareció demasiado caro como para darle otra oportunidad.

Aula Restaurant CETT (Barcelona)

El restaurante donde los alumnos del CETT hacen sus prácticas. Esto permite encontrarnos con unos platos y un servicio que intentan estar a un buen nivel, aunque evidentemente también con los posibles errores y fallos que se puedan cometer.

Ofrecen dos menús degustación distintos y los mismos platos de esos menús en la carta. La mayoría de platos que probamos estaban más que correctos, excepto la croqueta de calamar, demasiado espesa y con el calamar correoso, y el flan de espárragos blancos, un plato que no tenía ningún sentido ni coherencia de los ingredientes que lo componían.

Pero con el precio por el que se ofrece todo el menú, 32€, incluyendo un pequeño cóctel, dos entrantes, cuatro platos, postre, café y petits fours se perdona, incluso, los nervios de los camareros en prácticas. Más sorprendente es aun el precio del maridaje, 5€, en el que se sirven cinco vinos distintos.

El sitio no está excesivamente publicitado y no es muy visible, por lo que no había demasiados clientes y se estaba más que tranquilo.

Pitapes (Granollers)

Otro de nuestros clásicos al que acudimos con asiduidad. Una frecuencia que era más alta antes de la pandemia, pero que seguimos intentando mantener.

Como su propio nombre indica, sirven una serie de tapas a compartir (o no), aunque siempre es mejor poder probar varias cosas, de las que ofrecen una carta fija y unas sugerencias que van cambiando semanalmente. Juraría que antes modificaban la carta con más frecuencia, pero es suficientemente amplia como para poder ir probando cosas nuevas cada vez.

Destacables los bocadillos que ofrecen: el bao de panceta, el de calamares o el brioche de rabo de buey. Muy sabrosos los mejillones ahumados al romero y siempre apetecible el canelón de pollo con bechamel de foie.

Servicio muy atento y especialmente amable. Por 30€ con postres compartidos, vino, café y chupito poco más se puede pedir.

Tokyo-To (Mataró)

El mejor japonés (no regentado por japoneses) que puedes encontrar en su gama de precio. Especialmente notable el menú de festivos, con cinco platos por 17€. Yendo en pareja puedes pedir 10 platos distintos, compartirlo todo estilo menú degustación y cenar los dos por menos de 40€, postre incluido pero bebida aparte.

El postre, por cierto, nos sorprendió, porque era un tiramisú casero bastante mejor que la mayoría de los que he probado por ahí, que suelen estar hechos con más nata que mascarpone.

Nada sorprendente que cenemos allí (o pidamos que nos lo traigan a casa) al menos una vez al mes.

Chivuo’s Poblenou (Barcelona)

Después de haber probado por primera vez las smash burgers el mes pasado (nota al que las inventó: no hacía falta…), había ganas de comer una hamburguesa «de verdad». Demasiadas, probablemente, porque me olía una nueva decepción.

Por suerte, no fue el caso. Probé la Melt 2.0 y resultó más que satisfactoria. Ni demasiado grande, ni con un exceso de salsas que taparan el sabor de la carne. Pan estilo brioche sin resultar dulce. El único pero fue que no estaba exactamente al punto, aunque tampoco pasada.

Acompañada por un ración de patatas fritas un poco escasa, un par de cervezas y unos tequeños de entrante, el precio final fue de unos 18 € pagados muy a gusto.

Gyoza Bistro (Barcelona)

Gyoza Bistro

Gyozas que se salen de lo habitual: carbonara con sashimi de atún, butifarra del perol con allioli o pollo teriyaki con sesamo. De entrantes, ensaladilla con miso y un montadito con vieira.

La relación cantidad/precio no me convenció, acabamos pagando unos 22€ por 8 gyozas y un entrante cada uno.

Yuanlaosi Hotpot (Barcelona)

Yuanlaosi Hotpot Barcelona

Una vez probado el hotpot, puedo confirmar que el estilo fondue con caldo no me va mucho. Puestos a escoger, prefiero las fondues de queso o las hechas con aceite. Se que estoy en minoría, porque el restaurante estaba hasta los topes y con gente que no pudo entrar al no tener reserva, a pesar de ser enorme.

Probamos un caldo picante, uno de setas y uno de huesos de cerdo y, como ingredientes para cocinar, pedimos ternera, huevos de codorniz, pak choi, arteria de ternera, fuet chino, gyozas de huevo y gambas rojas, además de fideos y arroz blanco. En general, me pareció todo algo insípido e imprescindible de mezclar con alguna salsa, a pesar de que los caldos en si eran contundentes, pero lo peor fue la arteria, poco agradable de textura y sin apenas sabor.

La decoración del restaurante y el servicio fueron muy buenos. Pagamos unos 35€ con tres cervezas chinas, precio aceptable para lo que pedimos.