
Después de haber probado por primera vez las smash burgers el mes pasado (nota al que las inventó: no hacía falta…), había ganas de comer una hamburguesa «de verdad». Demasiadas, probablemente, porque me olía una nueva decepción.
Por suerte, no fue el caso. Probé la Melt 2.0 y resultó más que satisfactoria. Ni demasiado grande, ni con un exceso de salsas que taparan el sabor de la carne. Pan estilo brioche sin resultar dulce. El único pero fue que no estaba exactamente al punto, aunque tampoco pasada.
Acompañada por un ración de patatas fritas un poco escasa, un par de cervezas y unos tequeños de entrante, el precio final fue de unos 18 € pagados muy a gusto.